Solamente bastaba con vernos
para que la pasión empiece
y sigua su rumbo hasta una irrupción.
A veces era ella, otras yo
quien daba inicio a este fuego
que no se pensaba ni por un instante detener.
Menos era el tiempo que nos quedaba,
pero eso le ponía más emoción a la relación,
sentir la adrenalina cuando sabíamos
que en cualquier momento nos podían ver.
Y así pasó el tiempo,
que lo hicimos nuestro eternamente.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario